Mi día D, muerte y renacimiento.

QUIEN HA VIVIDO EN EL DOLOR, COMPRENDERÁ LO QUE ES ESTE DOLOR.

Esta entrada me es muy especial, fue cuando morí y volví a vivir. Antes no podía hablar de ese día y el recordarlo me causaba mucha tristeza, dolor y lloraba, cada lágrima me dolía.
Quizá sienta un aire exagerado o de poca importancia, ¿pero cómo podrías refutarme?

No sabes realmente lo que es buscar el suicidio cuando estas en una depresión tan profunda.
No es cobardía, como mucha gente que sí es cobarde, piensa y ataca con ese argumento.
No es querer escapar o buscar la salida fácil a los problemas.
Es mitigar un dolor que no es físico, es un dolor que ni la psiquiatría puede explicar desde su comodidad médica. Un dolor que te hace sentirte muerta, que ya no hay nada ahí, una soledad abrazante y hostigadora, una tristeza que no se inmuta y que te anula cualquier sentimiento de vida que pudiera existir.

Un día en Agosto del 2014, ya no me podía levantar. Años anteriores había buscado nuevamente el suicidio, sin resultados. Como vivía en un lugar altamente violento, buscaba que esos sicarios me ayudaran con lo que yo nunca tuve valor. ¡Hasta en eso no tenía suerte!

Yo estaba casada, y mi ex sabía desde principio la verdad. - Es una etapa- decía. Ese matrimonio que inicio hermoso y alegre, arroja a uno de mis tres hijos.
No hablaré de mi matrimonio, ya que no tiene nada que ver en esta entrada y en este blog. Lo que pasó, se queda ahí. NO niego que hubo amor, alegría, pasión, complicidad y muchas alegrías. Lo que falto fue más comprensión y aceptación y quizá amar más
Ese día ha sido uno de los más hermosos al recibir a ese bello ángel que añoraba y esperaba con tanta alegría. Pasaron los años y algo empezó a pasar en el matrimonio, fue decayendo. Segunda oportunidad y nace mi segundo ángel, que también esperé con ansiedad y amor. Mi segundo día más feliz de mi vida. Pasan otros años, al final me armo de valor y me senté a hablar con mi madre de mi transexualidad. Se estaba vendiendo mi casa, casa que me dejaron mis padres en la Ciudad de México. Fuimos a buscar ayuda a "los expertos en sexología"... no recibí nada de ayuda. Solo me quedé con un cuadrado de que indicaba el nivel de homosexualidad. Jajajajaja! ¿Comprendes?
Regreso al pueblo violento, chismoso, intrigozo, ignorante, a ese infierno.
Se vende la casa, por arte de magia se restablece la armonía de mi matrimonio y nace el tercer y hermoso ángel. Mi tercer día más feliz de la vida, mis tres hermosos y bellos ángeles. Que me colmaron la vida de alegría, risas que nunca tuve, de amigos y cómplices en otras áreas de la vida. Compre casa, carro, pague deudas y hasta el título de en ese entonces mi esposa, y la vida parecía mejorar... Sin embargo, la depresión y las tristezas llegaban de ves en cuando a pasearse en mi mente. Yo sabía quien era yo y lo que necesitaba, pero la maldita sociedad y la maldita familia te regula y controlan. En el pueblo no tenia más familia que mis hijos, y la familia política no era precisamente mi familia.

Pasa el tiempo, empiezo a deprimirme levemente, empiezo a tener problemas laborales y bueno, cuando el dinero no llega a casa, el amor se va. Sin familia y sin amigos en ese pueblo, empecé a sentir la soledad más como una compañera de vida que a las personas que me rodeaban.
Caminas por la calle, en la plaza y en todo el pueblo, ves cosas moviéndose pero ningún amigo, cómplice o alguien que te sosteniera. Solo escuchabas ruidos que emitía la gente: "Todo estará bien, échale ganas", "No te preocupes, vienen tiempos mejores", "Lo que necesites, aquí estamos", "¿Por qué no le dices a ... que te ayude?", "deberías de hacer... ". Pero nadie fue como para levantarte, jalarte de donde estás, no por lo económico ni material, sino por el solo echo de ser un ser humano.

La depresión ya era cada vez más marcada, me la pasaba durmiendo la mayor parte del día, sin hambre y lloraba en donde nadie me viera. Mi ex no me quería cerca, que le daba asco y que le había matado a su marido. Enfrente de los niños atacaba con ese desprecio machista y transfóbico. Creo que nunca le dedicó unos minutos a leer lo que le mandaba sobre transexualidad.
Dormía en el dormitorio de mis hijos, les contaba historias de ninjas, de una rana ninja, cuentos de terror para dormir y encendía el ipod con una melodía hermosa para que durmieran.

Sin embargo, la depresión aumentaba, poco a poco fui dejando esos hábitos con mis hijos. Pasaba las horas en la cama de mi hijo quien se fue a ocupar la cama junto a su madre. Solo me levantaba a fumar al jardín y a ver el cielo, me preguntaba cuando será el día que me de el valor para morir.
Cada día era más y más lo profundo de la depresión, ya no comía, no podía llorar, me dolía respirar, y mis hijos sanamente tomaron distancia. De vez en cuando iba una gatita con la cola chueca a visitarme, maullaba unas dos veces, me ronroneaba y se iba. Las idealizaciones suicidas eran más frecuentes, empecé a planear todo, ya no tenía nada que perder.

A las pocas semanas estaba ya el plan. Las lluvias llegaron y el mes de agosto ya estaba presente. NO sentía frío, no tenía sueño y el hambre había desaparecido. Tenia una pistola semiautomática 9 mm corta o .380, una soga que ya estaba colocada en el tejaban del jardín, una navaja de rasurar lista y unas pastillas. Ahora sí, si me decidiera en último momento desistir, no habría forma de fallar. Siendo el mísero y asqueroso pueblo que es, no hay buenos servicios médicos y no existen las ambulancias así que imposible un lavado de estómago. La policía no era realmente policía y mi ex se enfrascaba por horas y horas en su computadora e internet, además había asesinado a su esposo. ¿Quién podría detenerme o atenderme? Como había desaparecido de la vida de todos, seguro encontrarían mis restos pasados dos o tres días o que la peste les llamara la atención.
Ese día comenzó a llover muy fuerte cayendo la noche, mucho viento que agitaba desesperadamente las hojas de los árboles como con intención de arrancarlos del suelo. Los truenos eran muy fuerte que fácilmente ocultaría la detonación del arma. Como ya era avanzada la noche, los niños estaban dormidos, me aseguré de ello contándoles historias y cuentos y dejando la melodía que los arullaba. Con la lluvia tan fuerte, lavaría la sangre y la ocultaría de la vista de las personas. Me coloco la soga al cuello, tomo las pastillas y esperaba sentir un efecto para cortar mi muñeca izquierda y con la mano derecha dispararme en el corazón.
¡Ya era el momento, todo listo!

¿Cual carta? ¿Una carta de despedida o nota de suicidio?
Jajajajajajajaja! ¿Para qué? No creo que les importara lo que dijera ahí. La vida ya había tomado su rumbo y yo sobraba. No tenia dinero, ni nadie a mi lado y lo único material que tenía, era la casa. Lo que seguro tenía era el insulto de mi ex, su familia y del pueblo de mierda donde vivía.

Retomando, ya estaba lista empecé a sentir un mareo ligero pero no lo suficiente para mí. Empecé a llorar nuevamente, no creo que me hayan salido lágrimas, pues ya estaba seca por dentro, podrida, rota y defectuosa desde que nací. Ese Dios que tanto decía que era amoroso y no sé que más, no le recé, no le imploré nada, pues nunca me escucho. Cada vez que le rezaba o intentaba acercarme, pero me iba en la vida. Así que me dirigía al universo en sí, a otras deidades que me había acercado y conocía. Pedí con sollozos que me dieran una muestra de que vale la pena vivir, una razón o una simple esperanza de que todo saldría bien. No había respuesta alguna, nada pasaba y el mareo ya era más fuerte. Me odie más aún, odié más a mi familia que me abandonó, a mis padres que nunca quisieron oírme ni verme, a mi vida al amor que creí que sentían, a la lástima que les causaba ser pobre y diferente. Odié más ese pueblo lleno de gente hipócrita que vive de apariencias y mentiras, los que se decían amigos te daban la espalda y hablaban mal de ti a tus espaldas.
Levanto la mano con la que sostenía la navaja y la pistola, busco la zona a cortar y antes de tirar levanté la vista y pude por fin sentir mis lágrimas, pude sentir mi corazón latir y el frío aire que entraba a mis pulmones. Volví a preguntar ya sin fuerza en la voz, y una voz calmada, serena con imágenes en mi mente y un silencio que gobernó un instante y que para mi fue el tiempo necesario para escuchar.
- ¿Quieres morir? ¿De verdad quieres matarte y dejar de existir? Está bien, hazlo. Lo único que pierdes es la oportunidad de seguir y ver qué pasa - decía esa voz interiorizada en mi mente.
- Ya no me interesa, no hay nada para mi, ni nadie. Ya no quiero sufrir ni llorar todas las noches. Dije.
- ¿Quieres morir de verdad con todo ese dolor en ti?
- ¡Sí!
- No te detendré. Eres libre y puedes hacerlo. Sólo deseo hacerte una pregunta. ¿Qué tal si mueres simbólicamente? Al fin y al cabo no tienes nada, nadie te tiene y no tienes a nadie. Empezar de nuevo, desde cero una vida. Vas a morir de todas formas. Tu muerte física será más dramática y sanguinaria, pero tu muerte simbólica será mejor. Tendrás muchas más oportunidades.
- Una muerte simbólica. ¿Qué estaba pensando, era el efecto de las pastillas? Que en cierta forma tiene razón. Mis hijos, que es lo que más amaba y amo en el mundo, me van a odiar. Me van a odiar muriendo que si empezara una vida nueva, si es que desean seguirme. Me dije mientras me quitaba la soga y me provocaba el el vómito. Solté el arma y la navaja, y me quedé sentada el piso frío.

Logré sacar todo lo que había ingerido en pastillas. Ya empezaba a sentir como el sueño me invadía. Me levante con esfuerzo y me fui a la cama llevándome lo que pude, pistola, navaja y frasco de pastillas. Y me quedé dormida profundamente y nunca nadie se enteró de esto. Hasta ahora que lo dejo escrito en esta entrada, porque creo que puede servir de algo en algún momento.

A los pocos días le dije a mi ex que sería mejor irme del pueblo, y no tardo mucho en pedirme que me fuera, que me largara de su vida. Y así fue. Les deje todo a mis hijos, pero lo que es todo. Yo tome una maleta con algo de ropa y tome el autobús a la Ciudad de México, previa cita con una amiga de la infancia que me brindo un espacio en su casa. Una maleta y 5 mil pesos para salir.

Empecé desde cero, sin conocer a nadie y a buscar trabajo. Como ya había determinado morir, pues que me podría afligir el estar sola y sin familia. Salvo mi amiga Norm que estaba ahí y que me abrió un espacio en su hogar y en su corazón, y hasta hoy en día existe ese espacio.

A los pocos meses conocí a mi actual pareja y en ella encontré todo lo que se me había negado en la vida pasada, amor, comprensión, apoyo, calidez y un hombro dónde sostenerme cuando me sentía caer, incondicional y que me ha inyectado de vida, de alegrías...  Estaba en mi segunda oportunidad, en una nueva vida, pero no había motivo de vivirla, cuando aparece ella. Me enseñó lo que era la fe a un Dios, pero no el cristiano-católico-apostólico-romano que odio, sino a Ganesha.


Me han ha llenado de alegrías y de esperanzas, siempre alegre y que destruye los obstáculos. Basta con amarle y tenerle fe, es todo.

Shan, ella me salvó la vida, porque ya no tenía vida alguna, ni deseos de vivir.

BENDITA SEAS AMOR, GRACIAS POR LLEGAR Y GRACIAS POR EXISTIR.

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