Infancia extraña, no era mi infancia.

Pasados unos años desde el nacimiento policial, mi vida seguía aún si saber y entender muchas cosas de la vida.

Ya sabes, los padres son los encargados de cuidarte y de amarte porque aún eres un ser indefenso. Un ser que está apenas conociendo su cuerpo y el mundo. No sabía a que género pertenecía. No identificaba o comprendía lo que eso significaba para la familia y la sociedad.

Recordando y en según mi memoria, al rededor de los 5 años estaba en la guardería de pemex en avenida marina nacional. Tengo un recuerdo un tanto vivido de ese entonces, y la afirmación de mi madre. Estando en la guardería, por alguna razón moje mi oberol de ranita. Un oberol verde que tenía la carita de una ranita en la bolsa de enfrente, en el pecho. La maestra me lleva a un cuarto y me dice que me cambie. Ya tenía unos cinco años y ya por lo menos me podía quitar y poner ropa. Me vestí con lo que encontré y salí. Unos pocos minutos después llega la maestra y me toma de mi brazo. Un brazo delgado, pequeño y débil fue tomado casi en toda su extensión y la mano de la maestra rodeo por completo mi brazo. Me toma y casi arrastrándome y sin saber que pasaba, me regresa al cuarto donde me cambie. 
- Ponte ropa de niño, tu no puedes usar vestidos porque eres niño! -.
Soy niño? A qué se refiere? Porqué me quito esa ropa ? Porqué me jaló y subió la voz? Qué hice mal?

Ya sabes, la inocencia de que haces las cosas por hacerlas y que supones que todo está bien, cuando apenas te estrenas en el mundo. Pero los prejuicios y la gente adulta, tienen que arruinarlo todo.

Cuando llegó mi madre por mi, la maestra la aparto de todos los demás padres y parecía que tenían una conversación sobre mí. Creo que era sobre mi, por que las dos volteaban a verme. Y bueno, me fui con mi mamá y en el camino me regalo unos pistaches.... Amaba los pistaches.

No se platicó del tema nunca más, seguro le dijo algo la maestra porque me un vestido en ese día de la guardería. Ya no recuerdo cómo era, pero si el color, un color azul marino.

Pasaba el tiempo, y llega la tan esperada navidad. ¡Regalos!, dije yo.

Como dicen los padres, "pórtate bien para que te traigan regalos", y como niña buena, me portaba bien. Solo que pasaba un detalle muy raro, no me llegaban los regalos que pedía. Tiempo después entendí porqué. Por que yo pedía regalos para una niña, y me traían regalos para niño. ¿Quién a esa edad temprana de la niñez, le enseñan que los juguetes tienen género? Lo que sí, es que me traían juguetes de doctor, biología, química y cosas de esas de la linea "Mi alegría". ¿Recuerdan esa línea de juguetes?
Yo pedía la caja registradora, el para hacer raspados y cosas de esas, hasta peluches. Solo en una ocasión, me regalaron una licuadora de juguete, de baterías. NO servía más que para hacer licuados. jajajajaja!!

Siguió el tiempo, y ya en primaría, me empezaban a formar en la fila de los chicos. No le daba importancia, y no pasó mucho tiempo cuando empecé a comprender. Me formaban en esa fila, porque así me veían los demás. Entonces, con esa bella inocencia de la infancia, con esa mente limitada a poco entendimiento y exploradora del mundo; le pregunté a mi madre que porqué no era niña. Que yo no había nacido niño y que no quería que me trataran como niño.
Y como mágia, como una iluminación celestial y con una convicción irrefutable, me contesta: -¡Por que naciste niño!
A ver, ¿cómo? ¿Nací niño? ¿Y quien decidió eso? Yo no!
- Mami, pero yo no quiero ser niño, no me gusta. Odio ser niño-. Contestando con ira.
- Eres niño, porque Dios te hizo así.

Un silencio escalofriante inundó la casa, me sentía pasear por las penumbras, sentía que había hecho algo mal. De niña me castigó mi maestra por usar un vestido, me traían juguetes de niño, me forman en la fila de niños y me regañan cuando me formaba en el de las niñas. Y sumando de que Dios me hizo así, definitivamente algo hice mal. ¿Qué había hecho mal? ¿Esta rota como cuando se rompe un juguete y mi castigo era ser niño? Crecí odiando a es Dios.

Por noches le rezaba pidiendo perdón por algo que nunca supe si hice mal. Rezaba por que me arreglara y me regresara a ser niña. Pedía deseos a las estrellas, en mis cumpleaños... y nunca pasó nada.

Y cada vez que le preguntaba a mi mamá o le decía que quería ser niña, cada vez se enojaba más y me repetía lo mismo: "Así te hizo Dios". Pinche respuesta tan más tonta, pienso ahora. Pero dejé de preguntar, dejé de pedir y de desear. Dejé de reír y empece a llorar cuando  no me veían y cuando me bañaba. Odie tanto a es Dios y dejé de festejar cumpleaños. Pues no era yo esa niña quien soy, era ese niño que mi familia quería.

Suerte la mía que empece a leer a temprana edad, porque eso fueron mis ventanas y puertas traseras por las que me escapaba. No quería tratos con nadie. Estaba rota y de seguro se burlarían de mí, no lo entienden y mejor sola con mis libros cuando podía... y cuando no podía estar sola, era la infancia que mi familia y más mi madre, me impusieron a vivir.

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